Sobre el inminente ataque de EE.UU. a Siria
Un signo claro de decadencia es la falta de creatividad. Estamos en vísperas de un nuevo catastrófico fiasco imperial, ahora en Siria
Este es un camino conocido. Con Irak ya se había dado al tacho con Naciones Unidas, con un pretexto que resultó un aparatoso fiasco para EE.UU. La forzada justificación, como era de que Irak tenía armas de destrucción masiva, que después se demostró que no era tal, pero ya cuando EE.UU desatara su macabra batería bélica empantanándose en una aventura que dura hasta el presente, creíamos que planteaba a la potencia del norte, el desafío de mayor creatividad para buscar nuevos repertorios de legitimación. Pero como si la experiencia no sirviera como motor de creatividad, estamos asistiendo de nuevo al trillado recorrido de una apuesta por demás gastada.
En lo único que cambia esta nueva puesta en escena, es que para el gobierno de Siria, en lugar armas de destrucción masiva, se le acusa de usar armas químicas, supuestamente usadas contra los mercenarios al servicio de occidente, sin que se haya podido demostrar hasta ahora, tal ligera imputación.
Ese gastado repertorio sin embargo, no inhibe a las potencias de occidente, para acompañar el demencial proyecto de destrucción en ciernes por parte de EE.UU. Inglaterra, Alemania, Francia y Turquia, desembozadamente están haciendo coro al despropósito. La prensa internacional, por ejemplo BBC y Russia Today, afirman que los aprestos bélicos de occidente a Siria, avizoran un ataque inminente en cuestión de horas.
Mientras tanto del otro lado, Rusia demanda una prueba de la irresponsable imputación al gobierno de Bachar al Asad, y China hace un llamado a una salida política.
“Casualmente”, el Estado a ser agredido, para reforzar la tozudez, corresponde a una región de fuerte disputa sobre el control de hidrocarburos. Pero además es de nuevo, el desesperado y gastado recurso del Keynesianismo bélico, como única fórmula para mover la estantería de la industria armamentista, recurso original de la hegemonía norteamericana, que a la luz del nefasto espectáculo que estamos presenciando, es el único argumento de un imperio que entró en un callejón plagado de contradicciones propio de una implosión que parece irreversible, con la complicidad de un bloque atlántico que al mismo tiempo desvanece.
Esta nueva “cruzada” emprendida por el premio Nobel de la Paz, se dispone una vez más salvar civiles con misiles.
Dios o quien sea nos libre de este imperio en derrumbe, que en la caída, pretende arrastrar al planeta al abismo.